Solo el día que no necesites de otros que hagan tu trabajo, o de sequías y hambrunas que guíen las presas al cebo y seas tu mismo quien pueda encontrar y seguir un rastro, caminar en el barro, arrastrarte en las espinas, ver en la oscuridad, oír en el silencio y oler el viento, ...entonces, recién ese día, te llamaras CAZADOR.

El Absurdo de un Trofeo



La semana transcurría y mi mente ya disfrutaba de mi próxima visita al campo; preparando equipo y estrategias, estudiando mapas, el clima, etc., pasaron los días y finalmente la hora tan ansiada llego, la hora de partir rumbo a la aventura, la hora donde empiezo a vivir…; que para mi sorpresa, seria una de mis mejores salidas.

Esta vez como tantas otras parto solo, sin mis Compañeros ni los Perritos, solo con mi fusil lo vivo distinto, los aciertos y los errores son propios, es nuestro instinto, nuestro conocimiento y nuestra experiencia quienes nos guían en la oscuridad de la noche.

Esta salida tenia dos objetivos, encontrar los “nidos” de los jabalíes de la zona para volver con los Catitas, tarea sin éxito que demando toda la noche, y en segundo lugar ya con las primeras luces continuar con mi búsqueda del Gran Trofeo de ciervo Axis.

Fue una larga noche, nublada, cerrada, oscura y peligrosa; los primeros fríos se hicieron notar sin pasar desapercibidos, se hizo muy difícil el poder dar con los “nidos”, el terreno era desconocido para mi, pajales, lagunas e interminables planicies conformaban la zona a rastrillar; el aire frió cortaba mi cara en una noche silenciosa y unas gotas que cayeron durante la madrugada hicieron todo mas difícil, hicieron de esa noche una noche para el olvido.

De vuelta en el campamento enciendo un fuego reponedor, unos cuantos leños de Tala, algo de Cabure y un buen mate cocido hicieron mas llevadera esa hora que faltaba para el amacer.
Un zorro curioso se acerca a una distancia prudencial, observándome desconfiado; es raro que estos animales se dejen ver y mas raro aun es que se acerquen si uno no tiene carne de alguna presa, tal vez el zorro necesitaba del fuego tanto como yo.
Paso rápida la hora y una vez remplazado el equipo nocturno por el diurno ya estaba listo para partir.

Camino al lugar donde ya había visto rastros del animal a quien varias noches escuche bramando por su territorio y por sus hembras, es un animal muy esquivo, desconfiado y lleno de “sistemas de vigilancia” naturales muy difíciles de franquear sin ser percibido. Tiene olfato, visión y oídos privilegiados, cuenta con la ayuda de los pájaros que en cuanto nos ven nos delatan con su canto indicándole de nuestra presencia, el suelo del bosque y la espesura del monte durante otoño e invierno están llenos de ramas caídas, hojas secas y charcas que ineludiblemente pisamos generando ruido, un chasquido quebradizo muy distinto a los ruidos naturales propios del lugar.
Dar con un Axis macho adulto, lo que se considera un “Trofeo” (para quienes la caza es cuestión de trofeos, cosa que no es mi caso), y cazado en forma silvestre, en forma natural, en su hábitat y en estado salvaje (y no en cotos de caza donde se fusilan animales de criadero), es muy difícil; generalmente el macho esta rodeado de un harem de hembras y machos mas jóvenes quienes hacen aun mas difícil el acercamiento, son mas ojos los que miran, narices las que huelen y oídos los que escuchan, digamos que son muy pocas las expectativas, muy bajas nuestras probabilidades de poder dar con ese animal.
Tal vez tanta dificultad es lo que me ha mantenido todo este tiempo buscándolo e intentando cazarlo.

Aparecen las primeras luces del día, la primer claridad y ya en su territorio lo veo a la distancia, venia solo, tranquilo, confiado, caminando por una cañada oculto entre la niebla del amanecer que apenas me permitía verlo; era un animal hermoso, la criatura mas linda que vi hasta entonces, era imponente, con su majestuosa cornamenta a modo de corona, y delicado, exclusivo y singular pelaje a modo de una capa señorial se lo veía esplendido, se lo veía como a un Rey y así como el León es el Rey de la Selva y el Cóndor de los Cielos, éste animal sin lugar a dudas debería llamárselo el Rey del Bosque, porque verdaderamente así se lo veía recorriendo sus dominios.
En cuanto lo vi me tire al piso, el suelo estaba húmedo y olía a hierba fresca, olía a naturaleza salvaje, al agacharme intentando evitar que me viese, tuve la sensación de estar agachándome como si reverenciara a un Dios, fue una sensación que nunca antes había experimentado.
A medida que el animal se acercaba en línea recta hacia mi posición podía escuchar el crujir de los cardos a su paso, si hacía el mas mínimo movimiento me delataría, solo podía verlo cada tanto de reojo y veía como el vapor de su aliento en la madrugada le daba un aspecto místico, cual dragón escupiendo su fuego.
En ese momento y ya estando próximo a unos 60 metros sabia que tenia muy poco tiempo, estábamos frente a frente, cara a cara, en cuanto me moviera el animal huiría de inmediato, tenia solo una oportunidad, solo una fracción de segundo para definir el tiro, en ese instante corrieron por mi mente muchos pensamientos inoportunos, pensé hasta donde podemos llegar?, hasta donde somos capaces de hacer?, hasta donde somos capaces de malograr?..., ya profanamos la Selva mostrando al León desde una Land Rover rematándolo al cazador que sea el mejor postor, pensé en la comercialización de esclavos, exponiéndolos como artículos en la vidriera de un shopping, pensé en cuando mataron a Cristo, pensé como nos dañamos a nosotros mismos y todo el mal que el hombre hizo; asimismo sabia que era el momento que tanto había soñado, quería saber que se sentiría al poner el retículo de la mira en su corazón y jalar del gatillo, pero una voz interna me decía que no podía dejar al bosque sin su Rey, lo cierto es que por algo que aun no me explico el animal cambio su rumbo y se perdió en el follaje, nunca mas pude verlo, no supe en que dirección rumbeo y nunca sabré que se siente al jalar el gatillo, porque tras haber vivido esta experiencia estoy totalmente convencido que a esos animales no hay que matarlos, ya tuve la oportunidad, en cierto modo ya lo cace.
En definitiva soy cazador, no un asesino de las exquisiteces que aun hoy y a pesar del mal trato y descuido que le damos nos sigue brindando la naturaleza.

Durante años busque ese “trofeo”, la cornamenta record, lo busque una y mil veces, día tras día y noche tras noche buscaba dar con ese animal, sufrí cansancio, frió, hambre y sed, camine cientos de quilómetros persiguiéndolo y ocupe aun mas horas acechándolo, y hoy… , hoy doy gracias de no haberlo matado, satisfecho de no quitar la vida al macho reproductor de la raza, al que mantiene el equilibrio de la especie, a “El Señor de la Manada”.

Muchos dijeron, le hubieses tirado, total no es una raza autóctona, esos animales perjudican a la flora y fauna local. Particularmente no creo que así sea, si la naturaleza no los elimino de su nuevo territorio quien somos nosotros para tomar esa decisión?, para cumplir ese rol?, no creo que perjudique la normal evolución de nuestro mundo, de la gigantesca maquina natural en la que estamos viviendo.
Con esa línea de pensamiento de eliminar lo que no es autóctono de cada sitio eliminemos también a los extranjeros que habitan nuestra tierra, eliminemos sus culturas, eliminemos creencias, eliminemos religiones, eliminemos el arte, eliminemos los artículos que consumimos y utilizamos a diario, eliminemos todo aquello que no sea propio de nuestro suelo y por ultimo y en consecuencia eliminémosnos también a nosotros mismos, ya que tampoco somos propios de estas latitudes puesto que hemos descendido de los árboles en África Oriental hace ya unos 15 millones de años.
De cualquier modo no es la intención ni el espíritu de este escrito crear un debate filosófico sino el concientizar a los cazadores en cuanto a las diferencias y lo que debemos o no permitirnos cazar. Si continúan cazando solo por mostrar un trofeo, muy pronto nos vamos a quedar sin machos que transmitan buena genética y nuestros hijos ya no conocerán lo que son estos magníficos animales, no podemos ni debemos privar a unos cuantos de ese privilegio por el capricho infundado de unos pocos.

Cayendo la tarde emprendo el regreso a casa, esta vez sin presa, sin carne para mi mesa, pero colmado de satisfacciones y sin poder dejar de pensar …porque ese viejo zorro se acerco a mi fuego, sería acaso un emisario del Rey?

Desde hoy cuenta con un nuevo escudero, ... a sus órdenes su Majestad!